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Comparte con la Medicina Tradicional China el concepto de que la energía vital circula a través de canales invisibles que conectan la piel con los órganos del cuerpo. Producida algún tipo de alteración o desequilibrio, es decir, cuando el flujo de energía se acelera, se lentifica, se obstruye o circula por donde no debe, aparecen las dolencias o enfermedades. La reflexología considera que existen diversas zonas denominadas “reflejas” que están conectadas con todos los órganos del cuerpo. Estas zonas se encuentran en las palmas de las manos, plantas de los pies, fosas nasales, orejas, dientes, rostro, lengua, iris del ojo, columna vertebral, pecho, espalda y abdomen. De todas, la planta de los pies es la que recibe más atención considerándosela el espejo del organismo. En cada pie se encuentra las zonas reflejas de la mitad del cuerpo de su mismo lado. La técnica reflexológica consiste en masajear con los dedos pulgares zonas específicas de la planta de los pies para estimular los órganos y funciones corporales asociados a aquéllas por vía refleja, activando el sistema natural de autocuración. Antes de iniciar el tratamiento, el terapeuta recorre los diversos puntos buscando aquellos que presentan hipersensibilidad a fin de determinar qué órganos presentan problemas. El masaje sobre estos puntos restablece el flujo de energía y recupera el buen funcionamiento. Como medida preventiva, la reflexología contempla el masaje también de aquellas zonas que no presentan problemas. Ello permite mejorar el funcionamiento de los órganos, activar la circulación, eliminar toxinas y prevenir enfermedades, fortaleciendo por tanto el sistema inmunológico.
Dolencias, Trastornos y Enfermedades
La Reflexología se emplea en caso de estrés, fatiga, tensión muscular, dolor de espalda, trastornos digestivos, inflamaciones, dolor de cabeza, migraña, sinusitis, enfermedades de la piel, celulitis, trastornos menstruales y de la menopausia, constipación, y obesidad, entre otras.