Se basa en el concepto de que todo vibra en el universo y por tanto posee su propio campo electromagnético. Permite detectar en todo ser vivo e incluso en objetos o lugares la presencia de dicho campo y el flujo de energía que genera (emisión de energías positivas o negativas). Mediante el empleo de péndulos radiestésicos, por ejemplo, el profesional analiza cómo circula la energía en el paciente, verifica si se trata de energía positiva o negativa, observa si existen fugas, y comprueba si la circulación se encuentra bloqueada o estancada. Para la Radiestesia no es necesaria la presencia del enfermo a fin de hacer un diagnóstico de sus dolencias. Para ello utiliza diversos elementos tales como pelos, uñas o muestras de sangre u orina. La Radiestesia actúa sobre todos los planos (físico, emocional, mental y áurico). En el tratamiento de personas se trabaja directamente sobre los Chakras, el campo áurico o sobre algún órgano o parte específica del cuerpo buscando equilibrar el flujo de energía necesario para recuperar la salud. En ocasiones, como tratamiento complementario, se emplean remedios fitoterapéuticos u homeopáticos. La Radiestesia puede utilizarse también para medir la presencia de radiaciones ionizantes, fallas geológicas, redes subterráneas de agua, cruce de vetas, escape de gases radiactivos y perturbaciones electromagnéticas, todo lo cual afecta el campo energético de las personas y, por tanto su salud. Para ello se emplean horquetas de madera o de metal, Varitas de Saury, o equipos electrónicos modernos.
Dolencias, Trastornos y Enfermedades
Según la Radiestesia, las anomalías energéticas en el cuerpo se manifiestan, por ejemplo, en estados depresivos, trastornos nerviosos, inestabilidad emocional, cambios repentinos de humor, agresividad, miedos, angustia, cansancio, insomnio, debilidad general, apatía, falta de apetito, mala digestión, alergia, asma, trastornos circulatorios, inflamaciones, y dolores de todo tipo.