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Podemos extrañarnos del relativo desconocimiento de las moxas
por los occidentales, mientras que el principio del calor se
aplica a menudo de forma corriente por la gente con ayuda de
bolsas de agua caliente, cataplasma, paños planchados, o
incluso la utilización de secador de pelo. |
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Más recientemente y de forma más científica, la medicina física
explota el calor de las irradiaciones infrarrojas. Se sabe que
las sesiones de infrarrojos tienen a menudo efectos benéficos
sobre los reumatismos por ejemplo. Pero la
utilización del calor adquiere una eficiencia considerable si se
emplea un foco muy pequeño y muy caliente sobre zonas precisas
del cuerpo: los puntos de acupuntura cuyas propiedades para
aliviar tal o cual síntoma son conocidas hace milenios. En este
caso, el efecto propio del calor se combina con el efecto reflexoterapéutico prodigioso de la acupuntura, cuya prueba es
innecesario aportar si recordamos el poder de la anestesia acupuntural para las operaciones quirúrgicas por ejemplo. |
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Se puede decir que el calor aplicado sobre una zona muy pequeña
y precisa en su localización, el punto de acupuntura, refuerza
su efecto extraordinariamente con relación a una aplicación sobre
una superficie extendida como en el caso de la lámpara de
infrarrojos. |
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El estudio histológico de la piel demuestra que los estímulos
son conducidos por los nervios desde la periferia hacia el
cerebro. Es la red de partida que toma la información y la
acción reflexoterápica o neurológica. Sabemos que la piel posee
reflectores distintos de captar los estímulos que vienen del
exterior. |
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