Técnica de diagnóstico según la cual en el iris se refleja el funcionamiento de cada órgano del cuerpo y, por tanto, el estado general de salud de cada individuo. Mediante el examen de marcas y señales presentes en el iris es posible identificar anomalías, diagnosticar y prevenir enfermedades, y ayudar a su tratamiento. También, es posible detectar si existen predisposiciones o factores hereditarios para padecer una determinada enfermedad. Al realizar el análisis del iris el profesional observa su estructura, color, densidad y marcas presentes. Presta atención a la presencia de manchas, puntos, estrías, segmentos de arco, coloración anormal, cavidades y relieves. Ello le permite detectar qué órganos presentan un mal funcionamiento, bloqueo, dolor o inflamación, aún antes de que se presenten síntomas externos o que la persona se enferme. También, si la anomalía es de origen nervioso. Las manchas blancas se asocian con inflamaciones, hiperactividad y estrés, en tanto las negras u oscuras con un mal funcionamiento. Los órganos y funciones de la parte superior del cuerpo se pueden observar en la mitad superior del iris y viceversa. La iridología divide la topografía del iris tanto radial como concéntricamente. Así tendremos doce (12) sectores radiales que corresponden a: funciones motoras del cerebro, cara, garganta, espalda, región lumbar, región pélvica, región abdominal inferior, región abdominal superior, tórax, pulmón, cuello, y funciones sensoriales del cerebro. Y seis (6) sectores concéntricos (vistos de adentro hacia fuera) que corresponden al: estómago, intestinos, sistemas sanguíneo y linfático, glándulas y órganos internos, sistema óseo y muscular, y epidermis y sistema excretor.