La Radiónica nace como resultado de las investigaciones realizadas por el Dr. Albert Abrams, a principios de 1900, trabajo que fue continuado por diversos investigadores, entre ellos, Ruth Drown y Georges de la Warr. Se basa en el concepto de que todo ser humano, animal, vegetal o mineral es capaz de absorber e irradiar energía, la cual puede ser detectada mediante la utilización de campos de fuerza y energía. Ello se logra con la ayuda de distintos tipos de aparatos electrónicos denominadas “máquinas radiónicas” que están compuestas básicamente por bobinas capaces de emitir campos magnéticos a frecuencia variable, conectadas a una base metálica en donde se coloca una muestra (llamada “testigo”), tales como pelos, uñas, sangre u orina. En algunos casos, también puede emplearse una fotografía del enfermo ya que se considera que mantiene la energía de la persona fotografiada. Un Operador Radiónico mediante su percepción extrasensorial y el empleo de dichas máquinas puede detectar y analizar las alteraciones de origen bioenergético de las personas, esto es, los desequilibrios del campo electromagnético. Ello, a partir de encontrar la frecuencia de resonancia de la muestra “testigo”, que por supuesto será idéntica al “todo”, es decir, a la de la persona enferma. Las máquinas radiónicas permiten, por tanto, detectar, identificar y cuantificar los patrones energéticos curativos (tasa radiónica) a fin de equilibrar el flujo de energía vital necesario para recuperar la salud. Su acción es sobre todos los planos (físico, emocional, mental y áurico). La Radiónica no necesita la presencia del paciente para diagnosticar o tratar dolencias o enfermedades. También, puede curar a distancia. Así, por ejemplo, los aparatos están diseñados para poder transmitir la frecuencia energética de un medicamento, esencia floral, color o gema en particular, cuya vibración es la que necesita el paciente para recuperarse. Como forma de medicina preventiva, la radiónica puede detectar la existencia de desequilibrios aún antes de que se manifiesten los primeros síntomas de la enfermedad. La Radiónica no sólo se aplica en el campo de la salud humana, sino también en animales, agricultura (para mejorar rindes, eliminar plagas, etc.), en geobiología (para contrarrestar las emisiones de onda nocivas en viviendas y oficinas), para purificar el agua y el aire, y para la conservación de alimentos.