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El origen de la Acupuntura se remonta muchos siglos atrás como una de las prácticas de la Medicina Tradicional China. De todas las Dinastías que gobernaron China, fue la Dinastía Chou la de mayor importancia porque de ella proviene el libro que puede considerarse como madre de la acupuntura (llamado Nei-King) y que data del Siglo V antes de Cristo. Sin embargo esta disciplina llega recién a Occidente a fines del siglo XVII, traída por misioneros jesuitas, tomando auge durante el siglo XIX.
La Medicina Tradicional China se basa en la noción de energía que rige todo el universo (macrocosmos) denominada “Chi” y que se manifiesta en el hombre (microcosmos) según 2 formas opuestas pero complementarias, las energías Yang y Yin. La primera es representativa de los principios: masculino, activo, positivo, dominante, luz, fuego, calor, agresividad, estimulación y movimiento. Por el contrario, la energía Yin se relaciona con los principios: femenino, pasivo, negativo, pasividad, noche, agua, frío, humedad, receptividad, ecuanimidad y tranquilidad.
Según la Medicina Tradicional China, para que exista salud en el organismo, el flujo de la energía vital debe estar en equilibrio. Por tanto, cuando se produce algún tipo de alteración o desequilibrio de las energías Yang y Yin, es decir, cuando el flujo de energía se acelera, se lentifica, se obstruye o circula por donde no debe, aparecen las dolencias o enfermedades.
Así, por ejemplo, un exceso de energía Yang puede producir dolor de cabeza, hipertensión, fiebres, infecciones, mientras que un exceso de energía Yin puede ocasionar dolores musculares, fatiga, cansancio, escalofríos, palidez o retención de líquidos. Según la Medicina Tradicional China, el flujo de energía vital reconoce canales a través de los cuales circula, llamados meridianos, que están vinculados con todos los órganos del cuerpo.
Existen catorce (14) meridianos principales.
Dos (2) llamados Du (o vaso gobernante) y Ren (o vaso de concepción) ambos ubicados a lo largo de la línea media del cuerpo, a la altura de la frente y el cuello, respectivamente.
Otros diez (10) se reparten a ambos lados de la línea media del cuerpo recibiendo el nombre del órgano al cual representan (intestino delgado, pulmones, corazón, vejiga, vesícula biliar, intestino grueso, riñón, bazo, hígado y estómago).
Y los restantes dos (2) corresponden a órganos no reconocidos por la medicina occidental, que son el Triple Calentador, que regula la actividad de las glándulas endocrinas y la temperatura del cuerpo, y el Pericardio, que regula la circulación sanguínea y se relaciona también con la función sexual.
A lo largo de estos meridianos se hallan los puntos de acupuntura, que son los lugares de entrada y salida de energía, que conectan la piel con los órganos del cuerpo. Mediante la aplicación de finas agujas en diversas puntos del tejido subcutáneo se puede aumentar, disminuir o restablecer el flujo de energía, estimulando y ayudando al proceso de curación o mitigación del dolor.
Aunque no hay un número exacto de estos puntos, la Medicina Tradicional China reconoce entre 450 y 500, distribuidas a través de los 14 meridianos. Sin embargo, a lo largo de los siglos y la práctica clínica, este número ha ido aumentando considerablemente.
Las agujas pueden ser oro, plata o acero inoxidable, y se insertan en la piel a lo largo de los meridianos. El número de agujas varía según la dolencia y el tipo de tratamiento, lo mismo que el tiempo de aplicación y el número de sesiones necesaria. La Acupuntura resulta muy eficaz como analgésico, anestésico y antiespasmódico.
Dolencias, Trastornos y Enfermedades
La Acupuntura se emplea principalmente en caso de trastornos articulares, artritis, reuma, artrosis, ciática, hernia de disco, lumbago, lumbalgia, calambres, luxaciones, esguinces, dolor de cabeza, espalda, cuello y hombros, gota, migraña, alergia, asma, angina, bronquitis, laringitis, catarro, rinitis, sinusitis, neumonía, otitis, neuralgias, trastornos mamarios, cólicos intestinales y estomacales, gases, constipación, gastritis, diarrea, indigestión, úlcera estomacal, cálculos biliares y urinarios, colonopatías, cistitis, caries dental, gingivitis, insomnio, ansiedad, miedo, angustia, depresión, estrés, cansancio, trastornos de alimentación, bulimia y anorexia, úlceras, celulitis, várices, eccema, trastornos circulatorios de manos y pies, hemorroides, herpes labial, trastornos menstruales, parálisis facial, y conjuntivitis, entre otras.